La singularidad del paisaje es debida sobre todo al efecto del agua sobre el entorno. Por un lado, los ríos Rossinyol y Tenes lo rodean y lo atraviesan, y por el otro lado, el agua de las lluvias y del deshielo se filtra por todos los rincones de la roca.
El agua es la responsable de las cuevas y de las curiosas formaciones rocosas del Fai, creando una sinfonía de saltos de agua y pequeños lagos.
El santuario de Sant Miquel del Fai está situado a tan solo 40 km de Barcelona. Después de un bonito camino con muchas curvas llegaras a un parking improvisado por la cantidad de gente que se acerca al lugar. La entrada al recinto cuesta 8€ y en el interior hay una zona de picnic con un bar donde la comida no es buena y encima es cara, aun así la visita es alucinante. Los sábados y los lunes está cerrado.
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