sábado, 23 de agosto de 2008

RUTA POR LA CAMARGA

La Camarga, auténtico santuario europeo de la vida salvaje, país del toro, del caballo, de aves sedentarias o migratorias. Allí donde el "pequeño Ródano" desemboca en el mar, comienza un espectáculo de imágenes para el recuerdo que bien merecen llevar prismáticos o una cámara de fotos.
Y en medio de tanta riqueza salvaje, le sorprenderá cruzarse con los salineros que recogen la sal desecada por el mistral cerca de Aigues-Mortes, o los manaderos que, a caballo y con un tridente en la mano, reúnen a los toros al anochecer.
En Grau-du-Roi, Palavas, Sète o Collioure, podrá encontrar pescado fresco, marisco y crustáceos a la llegada de los barcos. Puertos de pesca, pero también de recreo: junto a Grau-du-Roi, Port-Camargue es uno de los mayores puertos de recreo de Europa, con sus 20.000 amarres. Sète, isla singular, patria de Paul Valéry y Georges Brassens, le brinda todo el sabor y ambiente de los grandes destinos de la cuenca mediterránea y del turismo: Francia y su herencia cultural, antigua y moderna, en todo su esplendor.
En esta ruta visitamos la villa de Saint Gilles, para deleitarnos con la Abadía de Saint-Gilles, de estilo románico del siglo XII, patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Continuamos nuestro viaje hacia Les Saintes Marie de la Mer, para visitar la iglesia de Saintes Marie de la Mer, y ver a los pescadores en las paradas del puerto, donde venden el pescado recién traido de la mar.

Aquí ofrecen salidas en barco de pesca o de turismo por la bahía y los canales, también se puede hacer un recorrido a caballo por las marismas o visitar alguna de las ganaderías de toros.
Seguimos el viaje para detenernos en el pueblo de pescadores Le Grau Du Roi, para navegar en barco por sus canales y visitar las salinas.
Y por último llegamos hasta el corazón de la Camarga para visitar la ciudad medieval de Aigues-Mortes.
Situada a 5 km del mar, ha conservado sus magníficas murallas, obra maestra del arte militar medieval.
Merece la pena visitar la capilla de los Penitentes Grises del siglo XVII, con su retablo de estuco obra de Sabatier.
La capilla de los Penitentes Grises del siglo XVII, fresco de Xavier Sigalon, obras de Auguste Glaize, la plaza Saint Louis, la iglesia de Notre Dame des Sablons (siglo XIII).
Al pie de las murallas de Aigues-Mortes, las montañas de sal de mar ("camelles") dan fe de una actividad agrícola respetuosa con el medioambiente, la flora y la fauna del Mediterráneo.










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